En muchos aspectos este nuevo año podría considerarse como una extensión del que apenas terminó; ¿por qué? Porque el uso de las medidas de seguridad e higiene que adoptamos, ya son parte de nuestros hábitos y así como procuramos salir de casa sin que se nos olviden las llaves o la cartera, ahora lo hacemos con el cubrebocas.

En la práctica, sí, este año podría ser muy similar al anterior: nada de reuniones, conciertos, aglomeraciones en el súper… pero ¿qué ocurrió con nuestra conciencia? ¿cambió algo en nuestra forma de ver la vida? Quien diga que no, está mintiendo o aún no lo alcanza ese sentimiento colectivo que, por primera vez en mucho tiempo, compartimos la humanidad entera.  

Sin duda alguna, hay más de una persona al otro lado del mundo que ha sufrido depresión, al igual que nosotros o algún amigo,  por el cambio radical al que se enfrentó sin estar preparado. Allá, en el continente que se les ocurra, también hay una familia que se quedó sin los ingresos a los que estaba acostumbrada a percibir porque su negocio tuvo que cerrar. En cualquier parte del planeta hay gente con miedo de enfermarse o morir y eso transforma a cualquiera.

   

Por esta razón, el 2021 no tiene que parecerse nada a 2020, porque precisamente la situación que vivimos ahora es un indicador de muchas cosas que no estábamos haciendo bien. Pero tampoco debemos dejar que el miedo se apodere de nosotros, si ahora tenemos una buena salud y la oportunidad de cuidarnos y cuidar a los demás no la desperdiciemos. 

¿Cuál será el mayor cambio? Nuestra conciencia. Y aunque parezca poco , eso puede transformar al mundo y llevarnos a otro nivel.  


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