Hoy es casi imposible capturar nuevas audiencias a través de un producto o servicio convencional, pues lo que todos buscan son experiencias, vivencias que marquen un antes y un después, trayectos que se vuelvan recuerdos apasionantes.
Sin embargo, para que eso suceda las experiencias han mutado de viajes a destinos clásicos, decenas en restaurantes 5 estrellas o de estancias en hoteles premium, a una noche en alguna cárcel histórica, a dar un paseo por la favela más peligrosa de Brasil o a buscar las huellas del huracán Katrina en Nueva Orleans.
La industria turística está en constante cambio, pero nada ha sido más drástico que la llegada del dark tourism o turismo macabro. Éste consta de atracciones, tours, excursiones y otras experiencias relacionadas con el caos y las catástrofes. Por ejemplo: visitar escenarios de tsunamis, terremotos e inundaciones; realizar viajes a zonas de guerra y conflicto; formar parte de tours de recintos embrujados en México o juegos de espías en la ex frontera soviética.
Increíblemente esta particular industria está creciendo a un ritmo exponencial, pues al turismo macabro lo acompañan la mejora en la accesibilidad de costos, en los medios de transporte y el avance tecnológico en general. Por otro lado, la UNWTO (The United Nations World Tourism Organization) proyecta que para 2030 el turismo en general alcanzará el impresionante número de 1,8 mil millones de viajes al año y en medio de este boom el turismo negro se abrirá camino al integrarse como una actividad intensa, pero con gran valor histórico por los contextos sociopolíticos con los que se relaciona.
Hiroshima en Japón, Chernobyl en Ucrania o Ground Zero en Nueva York son parte de las experiencias por las que muchos están intercambiando un tour por el Caribe. La pregunta es ¿qué lo hace tan interesante? En realidad existen muchas teorías, pero la idea más atinada hasta el momento va de la mano con que el turismo negro es una forma de domesticar a la muerte, uno de los mayores tabúes en diversas culturas.
La pregunta es si algún día esta necesidad de las sociedades modernas por sentirse al límite podría formar parte del turismo de reuniones. Aún no se tiene la respuesta, pero lo que es cierto es que las experiencias oscuras han comenzado a formar parte de las obsesiones occidentalizadas, por lo que la industria de reuniones no tardará en dirigir su atención a estas caóticas experiencias.