¿Fue una catástrofe? ¿Una crisis? ¿Una oportunidad para aprender? ¿Un año perdido? 

Podríamos decir que fue casi todo esto junto, excepto un año perdido; en todo caso fue un año de pérdidas. Pérdidas humanas, económicas, de empleos y de muchas otras cosas que nos tienen que hacer reflexionar y poner nuestra mente a trabajar porque… pasó lo que temíamos y lo que veíamos poco probable: iniciaremos un nuevo año con pandemia.

Ya estamos viviendo la nueva normalidad; el cubrebocas y el gel antibacterial  se convirtieron en elementos esenciales, al menos en lugares públicos. Cualquier gripe o malestar parecido a los síntomas por COVID-19 nos mantendrá aislados y monitoreados hasta asegurarnos de que no se trata de algo grave.

Así como el terremoto del año 85 en México y otros desastres naturales alrededor del mundo, la pandemia que estamos viviendo será recordada como un acontecimiento sin precedentes que nos transformó; seremos conscientes de su impacto hasta que veamos el recuento muchos años más tarde, hasta que veamos retratado en videos póstumos cómo  vivimos esta época y hasta que le contemos a nuestros hijos o nietos nuestra experiencia. 

¿Qué fue el 2020? No es una pregunta que se pueda responder de manera general, es más, no tiene una sola respuesta. Cada quien, desde su propia experiencia, puede responder qué provecho le sacó a este año y de qué manera lo impactó para comenzar el 2021.

Para nosotros, el año que está a punto de terminar representó un reto enorme, uno de los más grandes al que nos hayamos enfrentado. Fue una oportunidad para replantearnos nuestra forma de trabajar y crear nuevas maneras de unir a las personas, teniendo claro que lo más importante es eso: estar juntos a pesar de las adversidades.   


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